Un roto «pá un descosío» ( por Nightfall)

Siempre hay un roto para un descosido. Lo decía mi abuela y tenía que tener razón. A las abuelas nunca le falta, ni al refranero popular español. Al salir del ascensor, mientras ya en la puerta de mi casa buscaba las llaves en el bolsillo del pantalón, cayeron por mi pierna a través de un agujero que habían hecho del roce. No tengo demasiado dinero ultimamente, la crisis es lo que tiene. Si quieres salir, no te da para comprarte muchos pantalones nuevos. Es cierto que ya salgo poco., muy poco.  Me he aficionado a ligar a través del ordenador. Abro mi portátil, y se me abre una ventana de oportunidades. Windows y el i-explorer. Es como la jungla, así que me imagino como cazador en la selva acechando. Las redes sociales hacen fácil mi trabajo. Como en una teleraña siempre hay alguna mosquita que cae. No hace falta tener un arma demasiado grande y agresiva. Aunque sea pequeña y sutil es funcional.

La puerta de al lado se abrió, y una pelirroja hizo el ademán de agacharse a por mis llaves a la vez que yo me había agachado a recogerlas.

Gracias. Le dije. “ Ojos de zorrita” pensé.snail-mating_thumb

Ya han alquilado el piso, por lo que veo.

Eso parece, me dijo entre una leve carcajada.

Conocía su cara, su sonrisa, sus ojos grises de día de truenos y su mirada seductora.

Hay gente que no se cuida. Entra en el mundo cibernetico desnuda. Sin pensar que su padre, su madre, su vecino, su jefe, puede ser también usuario. La noche anterior había estado follando con ella por internet. Su avatar era su foto. Por eso la conocia. Y por el tatuaje en forma de corazón de fuego que tenía en el pecho izquierdo. No dudo en enseñarme sus tetas por la cam. Frescas. Jugosas. Ella no me reconoció. Yo me cuido. Tengo una foto de Di Caprio, que siempre es sexy, como avatar, y suelo contar el cuento de que la webcam no me funciona bien, que me deja ver, pero no se que pasa que no se conecta para enseñar. La llene de saliva en nuestra cita virtual y la vi y oí jadear.

-Bueno, pues ya era hora de tener algún vecino nuevo. Aquí todos son los de siempre y no son muy simpáticos. Mañana sábado si quieres te invito a un café.

-No sé si estaré en casa. contestó pudorosa bajando la mirada.

Estaba. Claro que estaba.

Cuando llame a la puerta me abriócon sus ojos de zorrita y su melena roja . No supo decirme que no.

Desde entonces me espera en casa. La he puesto en una silla al lado de la ventana del salón, como homenaje al sitio donde nos encontramos por primera vez. El gris de sus ojos se ha cristalizado. A veces gime. A veces llora. Yo creo que es porque piensa que paso demasiado tiempo en el ordenador y que no le hago caso y cree que ando ligando con otras. Pero es lo que tiene la convivencia, topicos.

Sin embargo, creo que nos complementamos bien.

Yo le había cosido la boca y al descosérsela para sentir  su boca junto a mi boca  en su último aliento, durante los espasmos y  el forcejeo, ella me rompió la clavícula. A mi aún me duele. Ella ni gime ni llora.

Siempre hay un roto «pa» un descosío. Ya lo decía mi abuela.

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