CCCLXV

Aquél fugitivo espíritu celestial,
el hombre de sus pasiones,
en el que quería pensar
trescientas sesenta y cinco noches.

De su eterna penumbra el ángel,
sabe que ahí no pertenece,
sin embargo permanece desde
Trescientas sesenta y cinco noches.

Era magia entre las sábanas de su cama,
implacable deseo en sus sueños,
El aroma a bosque aún inunda su piel,
Trescientas sesenta y cinco noches.

Estrella fugaz sin retorno,
Cubierto de polvo de hadas,
De hechizos no autorizados,
Suspiros incomprendidos.
Trescientas sesenta y cinco noches.

Deliberadamente lo piensa,
Incansablemente lo busca,
Atada de manos no pudo,
Combatir por una nueva mañana.

Fantasea sin dejar de pensar,
Imaginando estar en sus madrugadas,
Oculto en el velo de su recuerdo,
Trescientas sesenta y cinco noches.

Aquellos matices cortados de tajo,
Las promesas que no fueron cumplidas,
Sus evocaciones completamente vacías,
De trescientas sesenta y cinco noches.

Equivocadamente distingue,
un oasis del paraíso que dibujó
frágilmente en su espalda,
su firma solo decía “amor sin caducidad”

Enmarcado en la pared de las memorias,
Oculto en el cajón de las tristezas,
Lágrimas recluidas en el presidio personal,
Trescientas sesenta y cinco noches.

Hasta el día de hoy  permanecen
las cenizas de un amor caduco,
y el frío recorre su cuerpo
Trescientas sesenta y cinco noches.

Si alguna vez le preguntan,
¿Cuántas noches más lo esperarías?
Responde sin titubear,
Trescientas sesenta y cinco noches más,
lo volvería yo a esperar.

7 respuestas to “CCCLXV”

  1. sin palabras Sharon…. lo espero y espero… lo amo por la eternidad…..
    365 noches… por los siglos…

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