..y justicia para todos.

Las sombras del atardecer caían sobre el viejo callejón , él iba sumido en sus pensamientos , haciendo números mentalmente, ya que las cosas no iban muy bien en la tienda, callejón abajo, entre las paredes traseras del City Hall, el banco y el Palacio de Justicia, debían ser de los pocos edificios que no eran de madera de la pequeña pero bulliciosa ciudad.

Sus proporcionalmente enormes brazos, hacían al andar que su fuerte , nervudo pero menudo cuerpo se tambalease ligeramente a cada impulso de cada uno de éstos hacia delante, sus abarcas no emitían ruido alguno en el suelo , sabía que no eran lo más adecuado par andar en los barrizales de aquella ciudad que eran las calles donde se arrojaba toda la porquería que ésta producía, los calcetines de lana que su madre confeccionó justo antes de marchar si que no le servían , allí hacía mucho calor, no como en Las Rocosas, de donde vino con el gran rebaño de aquellas gordas ovejas francesas,…

Si, las cosas no iban bien, el cacique de la ciudad, el Sr. Mckintyre le había echado la cruz a él por ser ovejero, como lo había sido su familia durante generaciones, pastores, hasta que su abuelo pudo construir un caserío y ya pudieron ser ganaderos, incluso sabían cultivar de maravilla aquellas alubias y el maíz llegado de América. Él era el menor de cinco hermanos, y tuvo que emigrar para buscar fortuna. Creía que sería fácil, ya que había visto aquellos caserones de los indianos con sus palmeras, …hombres de negocios… , y ya cansado de andar sorteando indios y vaqueros, ya de andar distancias que en su tierra eran impensables, decidió , aunque también tuvo la suerte de conocer a Mai Chao a quien libero de las garras de aquellos bribones, quedarse, establecerse en la ciudad; donde el Sheriff le daba cierta sensación de seguridad, pero se equivocó.

Cada poco, los rufianes, sin razón alguna, entraban en su discreto establecimiento y solían hacer de las suyas, metiéndose con él , que jamás empuñaría un arma de fuego, y con su cuñado el joven Liao Chao, la otra tienda si tenía mas éxito, …por lo menos las bellas mujeres del Saloon sabían apreciar sus finas telas, y los perfumes franceses, apenas la mujer del juez se llevó un par de los preciados perfumes de París, aquellos mismos perfumes que quedaron hechos añicos la última vez que el atajo de pistoleros entraron en su tienda.

Dobló hacia la izquierda, la siguiente casa y a la derecha, alguien gritó “WATER”, para cuando la porquería ya había tocado el suelo, lanzada desde una ventana, la cual lo salpicó un poco y lo puso mas molesto aún, solo quería ver a su bella y dulce mujer , quien lo comprendía y con quien podía tener verdaderas conversaciones, o estar callado sin más, acariciándose, la amaba , y había cogido cariño a sus suegros que a base de gran trabajo llevaban la lavandería, que quedaba erca del Saloon y el moderno Hotel,…

Cuando entró por detrás en la casa, vio que en el patio no se encontraban más que los barreños y las telas blanquísimas colgadas, le extrañó, ya que a esa hora Mai normalmente lo esperaba, vio a través de las ventanas aquel negro jamelgo con el lucero corrido que lo caracterizaba, ¿Que haría el en su casa?, con el corazón en un puño entró en la cocina, un maldito apuntaba con un revolver a sus suegros agazapados cerca de la despensa, al otro lado el grandullón de Thomas Mckintyre, brabucón hijo sin escrúpulos del cacique y alguna perra del desierto, asía de los pelos a May quien fue al parecer la primera en darse cuenta que él entró, justo antes de recibir el bofetón del cobarde , y ese “FUCKING YELLOW BITCH”, su tosco acento escocés hacía que el burdo idioma que utilizaba pareciera más primitivo aún.

Las fuertes piernas del mejor dantzari del valle, de un brinco, alcanzaron el fogón donde se encontraba la olla hirviente, la lanzó contra el rufián del revolver , para cuando el cerdo Thomas se dio la vuelta , ya casi estaba sobre él con el gran cuchillo de su suegra con el que partía las verduras, y le asestó un mortífero corte de haizkolari en la base derecha del cuello haciendo que chorrease sangre como por una fuente, el cuchillo quedó encajado mas abajo de la cercenada clavícula, y se dió la vuelta para arremeter contra el otro rufián pero los suegros la emprendían a golpes con lo que tuvieron a mano contra el cobarde que emprendió la huída derecho hacia la oficina del Sheriff.

Joanes Etchegaray fue ajusticiado en la horca el 3 de Diciembre de 1878.

AMAIERA.

6 respuestas to “..y justicia para todos.”

  1. Tiri, ¡chiquillo, estás que lo tiras!, es tremendo lo tuyo, que poderío de imaginación. Me ha encantado, describes los personajes y el ambiente muy bien, tanto que se puede ver. Me gusta como lo has escrito y me gusta la idea y el fondo que tiene.

    Si la justicia debería ser para todos.

    Besos

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