Sin embargo, te pienso. Y con el caminar pausado intento olvidarte, aunque en mi mente rondas a cada instante.
Y sin embargo, te pretendo. No es más que una falsa expectativa la que le doy a mi lado izquierdo, como dándole un descafeinado a mi vicio del café, me sabe a nada. Y al no tenerte, experimento una mezcla entre rabia y resignación, estoy perdiendo el juicio, al no poder alcanzar lo imposible.
¿Qué deseas? – responde una vocecilla dentro de mí, apenas en un susurro.
La quiero a ella, comenzando por sus labios color durazno, su corazón, su vida a mi lado.
Recorro con la vista cada zona, cada esquina y cada espacio, esperando volver a verla, sentada en alguna banca aguardando por mí, con esa sonrisa que me cautivó aquél día, con esos ojos de sol iluminando mi ser. Perfecta.
Y en la orilla del camino, rompo en llanto. Mi furia crece, mi espera se desmorona y tu perfección se acaba.
¿Por qué llegaste tan tarde a mi vida?