Perdió la consciencia, era innegable, llegaría el momento,
siempre acompañado, antesala de ese arrebato de dolor placentero.
Su caracter altivo así lo confirmó… nuevamente.
Cuarenta minutos antes, era la costumbre, habían llegado al descampado,
fijado la posición del sillón… por supuesto, no se podía extender más.
La luna alumbrando… testigo del momento a vivir, curioso.
Alrededor más coches,
siempre en silencio,
siempre jugando a relatos relamidos.
No quedaba más noche que ésta,
comenzaron a juguetear cuál gatos en celo, desatando la pasión…
y el pantalón, por supuesto.
Ante tanta agitación, exaltación, ella tuvo que maullar, y el …
…perdió la consciencia.»